Siete almas (2008) es una película del italiano Gabriele
Muccio, (también director de En busca de la felicidad [2006]), que cuenta la
historia de un hombre adinerado que carga consigo el peso de un inconfesable
secreto que lo lleva a buscar redención consigo mismo ayudando a otros. Pero no
contaba con enamorarse en el proceso.
El valor emocional de la muerte es algo inherente al hombre,
y Muccio se apoya en este hecho para construir, desde los créditos iniciales
hasta los finales, un drama absoluto, en donde Ben, un hombre misterioso, lleno
de bondad y sumido en la depresión, de forma arbitraria e inmoral, incluso
ilegal, busca y decide quién merece una segunda oportunidad y quién no, para él
mismo dársela o negársela. La película es consciente de la incongruencia de este
hecho irreal y caprichoso así que se enfoca en cómo él se enamora poco a poco
de una de sus elegidas, atrapando al espectador con la angustiosa dualidad que
crece entre el amor y la muerte.
El filme tiene un montaje anacrónico que deja bastantes preguntas
tras la estocada final, pero que ciertamente, junto con una inquietante
interpretación de Will Smith, salvan la película de ser un bodrio. Es así como
este filme de Muccio cobra tanta fuerza que logra desprender silenciosas
lágrimas en los espectadores que ven a Ben meter a su medusa en la bañera,
mientras a su vez se hacen fuertes cuestionamientos sobre el valor de la vida y
los seres queridos, contemplando, en muchos por primera vez, la belleza magna
que hay en la donación de órganos.
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