Green Book (2018), es una
película del estadounidense Peter Farrelly, que cuenta la historia de cómo el
reconocido compositor de jazz, Don Shirley, un hombre negro, culto y
excéntrico, se vuele íntimo amigo de su chofer, un italiano, racista y de clase
obrera, en un tour por el sur de los Estados Unidos en los años 60.
La interacción entre los dos protagonistas, Don Shirley y Tony Lip, está muy bien lograda, a pesar de las profundas diferencias que tienen, en eso radica la fuerza del filme. Por otro lado esta película cuenta con una muy buena edición y una fotografía bien lograda.
La interacción entre los dos protagonistas, Don Shirley y Tony Lip, está muy bien lograda, a pesar de las profundas diferencias que tienen, en eso radica la fuerza del filme. Por otro lado esta película cuenta con una muy buena edición y una fotografía bien lograda.
A bordo de un automóvil color verde esperanza viajan por el
profundamente divido sur de los Estados Unidos, dos hombres absolutamente
opuestos, en parte, contra sus
propios deseos, impulsados más bien por la necesidad que tienen el uno del
otro. A lo largo de este tour se desplegarán una serie de valores, desde
elitistas hasta mundanos, en donde los personajes, sacados de una historia de
la vida real, tendrán un choque sociocultural importante e inevitable. Es a
partir de este viaje del héroe que la película hace un llamado a la
reconciliación, a la tolerancia, al respeto y al reconocimiento del otro como
pieza clave en la estructura social.
En la década de los 60, el racismo era el pan de cada día en Estados Unidos, y la mafia italiana se suscitaba en las esquinas. Green Book escarba en estos hechos hasta encontrar los sentimientos más nobles de los personajes, y los lleva a su estado más sensible para entablar desde allí sólidos lazos de amistad, y transmitir desde su dualidad, la intención de desarticular una sociedad con una construcción mental autodestructiva.
“Hay que tener mucho valor para cambiar el corazón de la gente”, y esta película lo tiene, pues por el mismo camino que ata los lazos de esa amistad, arrastra al espectador, a quien logra llenar de una sensación de aprecio por la diferencia, y de esperanza en un mundo edificado con más amor y menos desigualdad.