viernes, 20 de diciembre de 2019

Historia de un matrimonio (Marriage story)


Historia de un matrimonio (2019) es realmente la cruda y dolorosa historia de un divorcio. Noah Baumbach, el director, como ya es costumbre, vuelve y enreda a sus personajes en situaciones supremamente incómodas y dolorosas, donde el gozo de vivir con la otra persona ha desaparecido, aunque el afecto entre ellos dos se haya vuelto inquebrantable por los años ya compartidos.
Sin duda es penetrante la construcción de esta pareja. Scarlett Johansson como Nicole, la esposa de Charlie, interpretado por Adam Driver, (quienes por su puesto se han ganado una nominación a los premios más importantes de la academia), llevan un matrimonio que  está al borde del fin, pero que no saben muy bien cómo acabar, y en medio de ellos dos hay un pequeño hijo que ha de sufrir las consecuencias del agotamiento de sus padres. Ellos nos dejan ver la compleja estructura de una familia que se ha acoplado y construido a sí misma durante muchos años, para poder entender finalmente que hay cosas que se corroen con el tiempo de manera irreversible.
Con una propuesta moderna y bastante madura, el filme se fija con firmeza en ese desolador  proceso de desprendimiento, exponiendo las sensaciones más profundas y laberínticas de cada uno, reconstruyendo sus años más dichosos desde el insoportable presente, liando con los molestos procesos legales y la inocente crueldad del hijo pequeño, procurando siempre mostrar unos personajes sensatos, pero sobre todo sensibles.
Esta es una película con mucho corazón, que habla de la vida misma con propiedad, y que expone en carne viva los pasos en falso del amor.

miércoles, 4 de diciembre de 2019

Un día lluvioso en Nueva York (A rainy day in New York)




Un día lluvioso en Nueva York (2019) es una anacrónica comedia de enredos donde una joven pareja viaja a Nueva York, ella en plan periodístico y él, oriundo neoyorkino, con ganas de mostrarle a ella la deslumbrante ciudad. Sin embargo nada de esto ocurrirá, el caprichoso destino les mostrará una ciudad totalmente inesperada y esclarecedora.

Si bien es cierto que no es precisamente la mejor película del neoyorkino Woody Allen, está bastante lejos de ser el bodrio del que muchos hablan. Tiene cosas encantadoras como la forma tan romántica en la que muestra la ciudad o el agradable y somero trayecto que emprende hacia el caos; pero también tiene errores imperdonables para ser la película número 50 del artista, como el irrefutable anacronismo del que sufre.

Si estuviese ambientada a la década de los 50s este flick sería un hit. Pero la verdad es que todo el tiempo se siente marcadamente inverosímil: el estilo de Woody, que evoca una época pasada, no logra armonizar con el entorno moderno en que transcurre la historia, por ende, muchas de las cosas que hace cincuenta años hubiesen ocurrido por mera casualidad, aquí parecen ocurrir más bien de forma caprichosa. La suma del jazz a poca luz con la prostitución de clase y clandestina, las aventuras casuales con famosos y las periodistas ingenuas, los furtivos salones de póker, las reuniones familiares, los mismos dramas de los personajes, incluso cómo se visten o la forma en que se retrata el MET o el Central Park están retardadas en el tiempo, lejos de lograr mostrar una Nueva York actual, a pesar de que la película procura transcurrir en el presente, lo más moderno que hay allí es la camiseta ligera de Selena Gómez.

La peli tiene la firma de Woody por todo lado, sólo que sus diálogos no poseen la profundidad intelectual a la que tenía acostumbrado a su público, pero eso no es razón suficiente para afirmar que está pasando por una crisis creativa, como afirman sus más fuertes críticas. Es un filme fácil de seguir, que posee toda su punzante habilidad para la comedia en diálogos ágiles, es tranquila, simpática y bastante agradable, que claramente le apunta a un público mucho menos erudito.


martes, 29 de octubre de 2019

Ninfomanía (Nymphomaniac)




SPOILERS

Desde la imaginación de uno de los creadores del Dogma llega a la pantalla grande una conversación entre una ninfómana y un asexual, en donde ella le contará a él la historia de su vida, sintiéndose profundamente culpable por todo el daño que le ha causado a todos aquellos que han pasado por entre sus piernas. Él, procurando entender, asociará sus detalladas historias con algún conocimiento recóndito en su intelecto. Es así como el filme logra reducir la entera humanidad al mero placer sexual, tal como lo proponía Sigmund Freud.

Al mejor estilo ágil e incisivo de Lars von Trier, y en medio de una narrativa a veces transgresora y a veces poética, el danés equipara el salir a cazar a alguien para pasar la noche, con una avanzada técnica de pesca con anzuelo; la búsqueda de aquel que cause el orgasmo perfecto, con la composición de una pieza clásica de J. S. Bach; el cambiarse de religión, con convertirse al sadomasoquismo. Y lo hace tan bien, que su reflexión filosófica obtiene una forma sólida, aunque en ocasiones bordee fuertemente esa tendencia seudo-intelectual tan común en sus películas.
Según Freud, el desarrollo de una psique sana depende de haber experimentado a cabalidad las diferentes etapas de la sexualidad (el placer), desde que se es un bebé hasta que se es adulto. Esto quiere decir que los cimientos de nuestra sociedad están construidos con base en nuestra experiencia sexual. Pues bien ¿Qué ocurre si en esta sociedad existe alguien con una dislocación de placer? Lars von Trier ha puesto a dos de estas personas en una misma habitación: una que quiere que le llenen todos los orificios de su cuerpo, y el otro, que a pesar de su avanzada edad, no tiene idea de lo que es el coito. Luego de demostrar cuánto se complementan el uno al otro, y de presionarlos al borde de su propios displaceres y ansiedades, el final no es otro que el que Freud hubiera podido predecir para este encuentro: irremediablemente uno de ellos terminará asesinando al otro. Y la película se tomará 4 horas y 25 minutos en mostrar cómo y porqué.

Llena de diálogos eruditos, y de sexo explícito y salvaje, logra excitar a más de uno con sus aversiones morales, mientras plantea, a su vez, fuertes cuestionamientos éticos sobre la percepción sexual de los individuos: ¿realmente el amor va de la mano con el sexo, o se puede amar a alguien y tener sexo con otras personas sin que ninguna de las dos cosas interfieran entre sí? ¿Es la pedofilia una enfermedad o un gusto particular? Así como se puede preferir las galletas de chocolate pequeñas sobre las galletas de chocolate grandes ¿Qué es eso que nos avergüenza tanto del sexo que nos exige privacidad para fornicar?

Sin embargo, al ser esta película una reflexión filosófica, plantea cuestionamientos más no respuestas. Omitiendo abruptamente esta evidencia, el filme ha sido señalado como sexista, excesivo, pornográfico, incluso misógino; pero ciertamente todo eso reside en los ojos políticamente correctos que se sientan a verla, pues si bien el filme está lleno de erotismo explícito y estimulante sexo sin ningún tipo de tapujos o cohibiciones, así mismo tiene un trasfondo bastante fuerte en contra del amor como un ideal social, y en su puesto, pretende poner el instinto más humano, carnal y salvaje que hay en un orgasmo. Tanto así, que logra traducir a imágenes la teoría de Freud, sobre cómo dominar una sociedad reprimiéndoles del sexo.


jueves, 17 de octubre de 2019

Beats



La amistad entre dos amigos ha creado un puente que cruza los inmensos abismos que generan las clases sociales. La vida se encargará de demolerlo, pero ellos se asegurarán a su vez, de dejar una huella imborrable de que ahí existió tal puente.
Hacia el año ’94 cuando la música electrónica estaba llegando al mainstream en U.K, se aprobó un acta que hizo imposible los raves (una forma de fiesta): esta prohibió las reuniones al aire libre sin autorización, la música ruidosa y los «beats repetitivos». (Berlin, Techno y la Historia detrás de la Cultura Rave) En respuesta a esto las fiestas se empezaron a organizar de forma clandestina, improvisada y obviamente ilegal, en lugares absolutamente inesperados y por supuesto, con mucho éxtasis. Esto no era solamente una forma de embriaguez, sino también una forma de resistencia contra la ley y sus formas de cohibición. Beats (2019) cuenta la historia de dos entrañables amigos, con contextos socioculturales absolutamente distantes, que asisten fortuitamente a una de estas fiestas rave (que en su traducción al castellano significa “delirio”) como despedida a su fuerte amistad.
El director escocés Brian Welsh, atrae dos personalidades de las clases sociales al mismo lugar, y en medio de fuertes beats repetitivos nos muestra *cuánto* pueden aprender el uno del otro, y cuan necesarios son ambos. Es una peli con mucho corazón y nobleza a pesar de la cantidad de drogas y la dispareación que estas causan.
Si a usted le gusta Trainspotting, ver esta película debe ser un must. La poderosa fuerza de la juventud estallando en éxtasis, rendida al placer insaciable de la danza electrónica, viviendo cada uno un viaje excitante e inconsciente, marcando con ello resistencia ante un Estado opresor, y en medio de la psicodelia, estableciendo lazos inquebrantables de amistad. 


martes, 15 de octubre de 2019

Joker


Una mujer trabaja en la casa de un hombre muy rico, tiene un hijo con él y luego pierde su trabajo. En medio de su propia pobreza y enfermedades cría a su hijo, quien más adelante se entera por accidente que su padre es uno de los hombres más ricos de la ciudad, y decide encararlo. Para que el hombre multimillonario finalmente lo niegue como su hijo. ¿Es este el guion de Joker (2019), o el libreto de alguna novela venezolana?

Todd Phillips, el director, procura contar la historia de cómo un hombre marginal y depresivo, falto de afecto y reconocimiento, se transforma en uno de los enemigos más legendarios de Batman: el JokerLa carga de esto recae sobre el actor Joaquin Phoenix, quien interpreta con intensidad a Arthur Fleck (el Joker), desde que es un payaso de tienda con sueños desgastados de comediante, hasta que se convierte en domador de masas. Joaquin hace esta transformación de forma magistral y absolutamente convincente. A pesar de su esfuerzo, la película no es lo suficientemente diestra contando los orígenes del desencaje mental que tiene el Joker… triste error.

Ahora, claramente Joaquin se ha ganado un pase directo a los Oscars como mejor actor, sin embargo, y vale la pena destacarlo, mucho de su talento está manipulado por la exquisita y acertada banda sonora que tiene el filme.

La película asecha contra la clase alta y los medios de comunicación, pero los argumentos con los que ataca carecen de firmeza. Pues un movimiento en contra de la gente rica no es un acto político serio, ¡a esa premisa le hace falta argumentos! Sin embargo el filme hace varias referencias a películas que de hecho sí plantean cuestionamientos sociopolíticos desequilibrantes, cómo Taxi Driver, Batman The Dark Knight, inclusive V For Vendetta, sólo que Joker no tiene su talante para alcanzar a producir el cuestionamiento ético que estas provocan en sus espectadores. Sobre todo porque se concentra demasiado en adornar e impulsar el drama psicológico del Joker, alejándonos así, de poder entender cómo el placer que Arthur encuentra asesinando, ciudad Gótica lo interpreta como un acto heroico.

Joker no es una película mala, la caracterización del personaje es un gran homenaje a DC Comics y sus bocetos originales, y el esplendor con que está hecha es casi poético, tiene una belleza profundamente triste y desquiciada.

Ver a una sociedad enaltecer a un desequilibrado siempre será una gran función. 

domingo, 29 de septiembre de 2019

Una mujer en África (White material)



White Material (2009) cuenta la historia de una mujer francesa que pretende recoger su cosecha de café en medio de una guerra civil en algún país de África. La película presenta el completo estereotipo del colonizador europeo, pero siendo repudiado por los negros. ¿Porque está mal narrada esta historia?

Así como ocurre en Colombia, en muchos de los países que sufren una guerra civil los grupos alzados en armas son tantos y tan diversos que en ocasiones se hace más que difícil definir de dónde viene el ataque. Pues bien, en muchos países de África ocurre lo mismo, y muchas películas realizadas allí logran evidenciar ese caos y esa duda. White Material no se queda atrás, aquí hay tantas fuerzas violentas que incluso se vuelve complejo entender quién pertenece a qué bando. Pero a medida que la historia avanza y los personajes se hacen más claros, el rompecabezas empieza a cobrar sentido y nos vamos envolviendo en una historia que realmente no es consecuente, con personajes demasiado superficiales y con una cantidad innumerable de elementos que sobran, o que están mal narrados, como los integrantes de la familia de María, el personaje principal.

Si bien es claro que la intención de la película es retratar una realidad generalizada en África, como lo es la colonización, e incluso las consecuencias y el mismo proceder de la guerra, comete un pecado garrafal del que Claire Denis (la directora) no sale bien librada. Esta es la historia de una antagonista: María, quien con todo su carácter y autoridad decide quedarse en África para sacar beneficio económico de su cosecha de café, haciendo caso omiso de las irregularidades de su entorno y de la guerra que asecha entre los árboles y la tierra seca (tal como ocurre actualmente con los terratenientes europeos hacendados en África: no les importa en absoluto lo que ocurra allí). Claramente la película tiene un elemento racista muy fuerte, sin embargo sus personajes están tan mal construidos y Claire intenta introducir tantos elementos en el filme, que de los 3 grupos armados en los que intenta ahondar no logra exponer correctamente ninguno, en cambio parece que estos no tuvieran causa ni cause. Lo cual es supremamente grave, pues los hace ver como un montón de animales con armas y sed de sangre, cuando en realidad son personas con una infinidad de inconformidades sociales. Y por ese orificio, se le cae todo el argumento a su película.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Paterson



A veces hay rutinas que sencillamente hacen de la vida un evento más agradable, como sentir gusto por el sutil aroma a cerveza que tiene él en las noches cuando vuelve a casa, o iniciar los días siempre con un beso en el hombro de la mujer que cada mañana yace desnuda del lado derecho de la cama. Pues esta película habla de eso.

La rutina es algo muy devaluado en las ciudades y por las generaciones pos modernas. Las personas se aburren muy rápido de las cosas, y el ajetreo diario impulsa a buscar aventuras nuevas. Sin embargo, este filme hace un ejercicio a la inversa, en donde la felicidad más honesta reside en prepararse el mismo café cada mañana, o pasear al perro cada noche por el mismo camino. Allí el conflicto se genera es con los eventos que precisamente rompen con esa rutina. Así, cada día es un desafío diferente por conservar el noble transcurrir de los días.

Más allá de ser un lindo homenaje al poeta minimalista de Nueva Jersey, William Carlos Williams, este filme es en general una venia al abrumado pueblo de Paterson, sus cascadas y sus famosos más reconocidos. Aquí, Jim Jarmusch, el director, encuentra la belleza en los detalles más pequeños, y como ya es bien conocido en su trayectoria artística, tiene música suave y agradable que acompaña personajes sencillos pero increíblemente bien interpretados, a quienes les ocurren cosas que están fuera de su propia órbita, lo cual desemboca en alguna que otra risa del público.

Si bien la poesía es el alma de Paterson (2016), son más las cosas que se cuentan en lo que muestra que en lo que dice. Escuchar dos pasajeros hablando en un bus, e inferir la opinión del conductor al respecto solamente con su mirada prudente en el retrovisor, es construir una escena con el mismo tacto con que se escribe un poema.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Los días de la ballena




Esta es una historia sencilla sobre dos parceros que pertenecen a un colectivo donde salen a rayar, desafiando con su arte las mafias de Medallo. Porque ¡ser valiente es chimba!

Los días de la ballena (2019) es otra película perteneciente a la escena underground nacional, que por cierto ¡la está rompiendo con las cámaras en las calles! Este filme por ejemplo retoma el entorno de los graffiteros como lo hizo Los hongos (2014), o Los nadie (2016), también se entrelaza con la escena musical de las calles para apuntarle directo a un público objetivo y así mismo reforzar su propia identidad, como ocurrió con Las tetas de mi madre (2015). Es atractivo ver como a poco se va construyendo una identidad cinematográfica que refleja uno de los entornos más profundos y propios de las selvas de cemento colombianas, o cómo las diferentes artes callejeras se empiezan a apoyar entre sí para pararse duro ante la violencia y las injusticias, incluso cómo estos pela´os se regeneran o se pierden a sí mismos en los entornos que frecuentan. Pues películas como Los días de la ballena acercan a estas personas de entornos sociales marginales al resto de la gente, les muestran sus diferentes facetas, y eso desemboca en que la gente deje de verlos como delincuentes. Esto es el barrio mismo dándose a entender.

Catalina Arroyabe hizo este filme, su ópera prima, lleno de indocilidad, de violencia psicológica y de personajes que viven al borde del precipicio. Una historia muy sencilla, sin mayores extravagancias o egos de principiante, con pocas locaciones y pocos personajes, pero muy bien hecha, directa y clara, donde la calle y el muro son tan esenciales en su narrativa como lo es la música de AlcolirycoZ, Mañas, Granuja, Los Árboles o Siguarajazz. Esta película es una apuesta a mostrar lo sano dentro de lo podrido. Un colorido intento por proponer la paz en uno de los entornos más hostiles de las comunas. Pues como dice Kaztro, de AlcolyricoZ, la señal dice peligro, en esta carrera, prohibido parar…

Hubo unos días en los que una ballena se integró a las calles de Medallo, para representar el inicio, nudo y desenlace de una historia de lucha y coraje de unos parceros graffiteros, pero el que la haya visto, que coma calla´o…


sábado, 7 de septiembre de 2019

¿Qué dirá la gente? (Hva vil folk si)


La directora, Iram Haq, tenía 14 años cuando sus padres, pakistaníes que habían migrado a Noruega, descubrieron que ella tenía novio y decidieron enviarla forzosamente de vuelta a Islamabad, Pakistán, a vivir con sus tíos, pues consideraban que sus amigos adolescentes eran mala influencia para ella. Casi 30 años más tarde, en el lecho de muerte de su padre, ella encuentra el coraje para llevar su dolorosa historia a la pantalla grande.

Si bien esta experiencia es profundamente traumática, la película no logra reflejar eso del todo, se queda corta en la fuerza de las emociones que provoca, le hace falta intensidad, se siente plana. Haq decora y ficcioniza lo suficiente la historia para que esta pierda todo el potencial que tiene. Sin embargo, ¿Qué dirá la gente? (2017) es un gran acierto cinematográfico, y una bofetada directa a la cultura pakistaní. La dualidad cultural que han de vivir las familias migrantes, nunca ha sido expuesta tan vastamente. Y eso es razón suficiente para ir a ver esta película. 

Por otro lado, desde una mirada occidental, la cámara se involucra entre las tradiciones pakistaníes para reprocharlas. La construcción misma de la trama juzga, y con razón, a la cultura musulmana, tanto así que los países del sur de Asia (donde los asesinatos por honor y los matrimonios arreglados son el pan de cada día), han reaccionado negativamente al filme. Y es aquí donde la película se desarma a sí misma: si tuviera los matices y la fuerza suficiente para contar la historia que cuenta, su crítica a la cultura sur-asiática sería mucho más contundente, pero el filme es mediocre en ello, busca demasiado la belleza en una historia que tiene más dolor que cualquier otra cosa, y por ese orificio se escapa todo su potencial.

jueves, 29 de agosto de 2019

Monos



Monos (2019), cuenta la historia de un grupo de jóvenes guerrilleros que durante el cumplimiento de una misión pierden toda humanidad dentro de sí, se vuelven monos. ¿Es acaso está una parte de la historia del conflicto armado colombiano?

A diferencia de lo que muchos pueden llegar a creer, la película no habla  estrictamente del conflicto armado colombiano, pero a Alejandro Landes (el director), se le nota a leguas su estrecha relación con los más de 50 años de sangre derramada en los montes nacionales (ya se notaba en Porfirio [2011]), pues muchas de las situaciones allí planteadas llegarían a parecer irreales o exageradas, si no supiéramos qué en lo más oculto de nuestras selvas se han vivido tragedias de ese tamaño. Es sin duda una de las mejores películas de acción colombianas. 

Es moderna, pues enreda los comandos de una guerra con el carácter de las nuevas generaciones, lo cual resulta en niños que se divierten tanto jugando en un río o comiendo hongos, como espiando a su rehén o disparando. Es un grupo de jóvenes que mientras exploran la vida como cualquier adolescente, responden a su vez con una serie de mandatos guerrilleros en un contexto absolutamente salvaje. A lo largo de unos de los paisajes más impactantes y hermosos, este grupo de 8 jóvenes se aleja cada vez más de su lado humano y se va adentrando en su instinto más salvaje para sobrevivir, dejando en ellos seres mentalmente deshechos, con emociones corrompidas. La misma forma en que está hecha la película es tan mordaz y frenética que logra deshumanizarlos progresivamente, volverlos fieras, corrompidas por la sed de poder y el miedo. Es así como este grupo de amigos, capaces de aliarse para cuidar una vaca o jugar fútbol, finalmente también son capaces de encadenar a alguien del cuello como a un perro rabioso o de dejar huérfanos a unos niños.

El problema con las películas de acción es que mientras dura toda la parafernalia, la historia no se desarrolla, pero en Monos ocurre lo contrario, pues Yorgos Mavropsaridis, el editor (de Yorgos Lanthimos, el más reciente ganador al premio de la academia), le da a la acción un sentido más allá de entretener: entre más acción hay, más bestiales se vuelven los personajes, más instintivos y brutales, al punto en que esta realización tan aturdidora incluso pierde en ocasiones la atracción del espectador completamente cuerdo. Pero eso no es un problema, porque ese precisamente el objetivo de mostrar seres humanamente corroídos, que el espectador pierda la empatía con ellos. Por otro lado, la música, aunque bastante acertada, se vuelve intensa y repetitiva. Ahora, el diseño sonoro es exquisito y la fotografía está impresionantemente bien lograda a pesar de la condiciones tan hostiles del rodaje. En más de una ocasión me pregunté ¿cómo hicieron eso?

Finalmente esta película es única; es el retrato ficcionado de una guerra, que fácilmente puede estar compuesto de la tradición oral de las víctimas del conflicto, entendiendo como víctima tanto al secuestrado que se escapó y duró 3 días perdido en la selva, como al comandante que tenía órdenes de trasladar a su cuadrilla desde Boyacá hasta el Amazonas, pues no todos los que hacen la guerra lo hacen por decisión propia, a muchos les tocó.

Érase una vez en Hollywood


Erase una vez en... Hollywood (2019) cruza 3 historias que describen entre sí lo que fueron los años 60s en Los Ángeles.

Por un lado está Dalton (DiCaprio), un actor reconocido por los exitosos westerns de los 50s, quien representa a otro artista más que se llenó de polvo tras el fin de la Era Dorada de Hollywood. De su mano y ante su volante está Cliff (Pitt), su doble, a través de quien nos encontramos con los “malditos hippies”, Charles Manson y los emblemáticos cines al aire libre. Y del otro extremo está la dulce Sharon Tate (Margot Robbie) desafiando la historia estadounidense con la versión Tarantinesca de su despiadado asesinato. 

Aunque claramente es un Tarantino mucho más sereno y exigente, no deja de cambiar repentina y asertivamente el tono de lo que plantea, tener un soundtrack exquisito, sostener conversaciones en vehículos, sexualizar a sus personajes o tener una inadvertida, sangrienta y cómica escena de brutal violencia. Es un Tarantino que sostiene su calibre y se rehúsa a presentar una obra que no cumpla con sus estándares. Aunque esta película se extienda y carezca de la intensidad de sus pasados filmes, para los entendidos, no deja de mostrar un gran nivel de experticia.

Así como es capaz de quemar a Hitler en una sala de cine, también es capaz de burlarse acomedidamente de Bruce Lee y sus artes marciales, hacerle un guiño a Sergio Leone, o rendirle un hermoso homenaje a Sharon Tate. Es una película que tiene desde vaqueros, hasta la mansión Playboy, pasando por lanzallamas, Román Polanski o karate ¡y todo encaja!

Una de las cosas mejor logradas es la forma en que sus propias películas se hablan entre sí, esa especie de venia que se hace a sí mismo, y que al igual que el cambio abrupto de formato, hacen parte de la firma autoral de Tarantino, que nunca le queda mal caligrafiada en la pantalla.

Tarantino demuestra su amor profundo al cine con una pieza que en su escénica misma no solamente es cine, sino además, habla de cine. Y es tan así, que él sabe lo mal actor que es DiCaprio, y sin embargo lo pone a hacer el mismo maldito gesto que viene haciendo desde hace años, para tener el placer de burlarse de él en la pantalla grande con una niña que le dice al oído: esa es la mejor actuación que haya visto en toda mi vida.


miércoles, 7 de agosto de 2019

Wiñaypacha



Wiñaypacha (2017) es una película que habla de la importancia de estar, siempre hay gente que desea que estemos. Es una reflexión sobre la ausencia. Aunque hermosa e impactante, no es precisamente una buena película, es más bien una película importante ¿En qué se marca esta diferencia?
Cuenta la historia de dos ancianos que viven hilando lana en una choza hecha en piedra alrededor de los 5.000 metros sobre el nivel del mar, acompañados por la nieve, algunas ovejas y un paisaje majestuoso. El filme se entromete en sus quehaceres diarios, para acercarnos a sus rostros curtidos, a la importancia de tejer, sus rituales y creencias con la Pachamama, a la relación que ellos tienen con el viento y la falta tan enorme que les hace el hijo que los abandonó. El tejido de la historia es solamente una excusa para mostrar sus tradiciones y soledad, una bofetada certera a todos aquellos que los han olvidado.
La historia no es importante por lo que cuenta sino por lo que muestra. Si bien la narrativa tiene falencias de forma y contenido, Wiñaypacha es un filme importante porque retrata la forma de vivir de un pueblo, sus adversidades, su forma de relacionarse con la naturaleza, sus tradiciones y lo insignificantes que son para el Estado peruano. De hecho es la primera película hablada en aymara, una lengua resistente en los Andes peruanos, bolivianos y chilenos.
Óscar Catacora hizo este impetuoso y frío relato con sus abuelos, como el destello de un pueblo que se asoma a la desaparición en el abismo de alguna montaña rocosa en la cima de los Andes. Un bello filme absolutamente crudo, gélido y doliente.

sábado, 6 de julio de 2019

Before snowfall


Me encontré con esta película por accidente en el marco del Eurocine 2019. Yo iba a ver otra película sobre nazis en Alemania, y terminé viendo esta road movie sobre el amor, el honor y la venganza. Y la verdad no me arrepiento.


Siyar viaja desde Iraq hasta Noruega de las formas más riesgosas persiguiendo a su hermana para matarla, pues ella ha huido del matrimonio que le habían arreglado en su tierra, y se ha ido a vivir con otro hombre. Durante su estadía en Turquía él se encuentra con Evin, una chica que se une a su viaje porque ella necesita encontrar a su padre. La película tiene dos cosas muy interesantes, una de esas es que Siyar tiene un choque cultural absolutamente impactante, pero eso a él apenas lo sacude. Le hierve tanto la sangre por la deshonra que su hermana le ha causado a la familia, que no puede ver a los lados, parece un animal con una sed impresionante de venganza. En su viaje junto a Evin apenas logramos percibir rasgos de la nobleza que contiene, pero eso en ningún momento lo hace vacilar, por más que Evin procura transmitirle un mundo diferente, él no se inmuta, está blindado ante la diferencia. La segunda cosa que me parece impresionante, es la cantidad de personas, y la facilidad con que las encuentra, dispuestas a ayudarle firmemente a matar a otra persona.


Para ver el trailer.

martes, 2 de julio de 2019

Vivir deprisa, amar despacio



Vivir deprisa, amar despacio (2018) cuenta la historia de Jacques, un escritor de treinta y tantos que tiene SIDA, y quien en esos últimos días de su vida se enamora deliberadamente. Sí, suena a una historia ya contada miles de veces antes. Sin embargo Christophe Honoré (el director), elaboró esta vez una historia donde posa su corazón, y la cámara, ante la vida, la muerte, el pasado, las reflexiones y amor desinhibido, de tal forma que ciertamente, la película pierde cualquier parecido con las otras mil veces que se ha contado la misma historia.

El filme plantea un contraste muy interesante, en donde una vida llena de alegría, hormonas y juventud, se acerca a otra que le pesa el pasado y el presente la descompone, y allí, en ese contraste emerge un amor que se atrae por oposición, una pareja que se enamora por lo que el uno significa para el otro en esa precisa coyuntura de sus vidas.

Es una película absolutamente abierta, respetuosa, sutil y azul, ambientada en los noventas, con música de Massive Attack, guiños a Truffaut y referencias literarias, que logra evocar el alma de una generación gay francesa.

La delicadeza con que la película trata el SIDA, las despedidas, la identidad de género, el dolor, la promiscuidad, la tristeza y el amor mismo, es exquisita, incluso, en muchas ocasiones, poética. Pues Honoré se desprende de todas las fórmulas para generar empatía en este tipo de filmes, para imponer sus propios sentimientos y narrativa al respecto. Se vale de símbolos y recursos únicos del cine para elaborar una historia tan triste como esperar inocente sentado bajo la noche, la llamada de alguien que ya nunca más volverá a hablar.


martes, 23 de abril de 2019

La noche de 12 años.



La noche de 12 años (2018), de Álvaro Brechner, cuenta el suplicio que sufrieron tres guerrilleros encarcelados, desde el 73 hasta el 85, por la dictadura militar uruguaya. Entre ellos estaba José Mujica, posterior presidente de Uruguay ¿Un recuento histórico o una peli de entretenimiento?

Mediante un golpe de estado ocurrido en 1973, los militares se montaron al poder y encarcelaron a 7 líderes del movimiento guerrillero Tupamaros, la película se centra en el encierro de 3 de ellos. No los podían asesinar, así que decidieron aislarlos de tal modo que la locura los asechara. El filme está dedicado casi exclusivamente a lo que sufrieron ellos en sus calabozos, tanto física como psicológicamente, sin embargo peca por efectista. En búsqueda de la representación de la represión, la soledad, los recuerdos, la locura, el encierro y el silencio, la película se excede en trucos, se vuelve artificiosa, y de tanto resaltar sus efectos termina banalizando todo esto que pretende representar. Como una película hecha por amateurs, que en vez de explotar al máximo el espectro de creatividad que brinda una película que habla sobre la locura, prefieren ceñirse a las viejas mañas narrativas, sin siquiera saber explotar a un personaje como José Mujica.

Es interesante la propuesta de recrear lo que vivieron estos personajes durante su condición como reenes políticos, sobre todo por la influencia que posteriormente ellos tendrían en el gobierno uruguayo (no hay que olvidar que son personas con resquicios de locura). Es un acto de memoria importante, es un llamado a no olvidar lo que fuimos, ni cómo llegamos hasta donde estamos. Pero la bondad de esto se queda en la propuesta, porque la película no logra siquiera transmitirle al espectador la angustia de los personajes, es un filme que no hace más que entretener, parece la sensacional promesa de un circo barato.


Para ver el trailer.

sábado, 20 de abril de 2019

El pan de la guerra (The breadwinner)


The Breadwinner (2017), es una película animada, no infantil, de la irlandesa Nora Twomey, basada en el libro con el mismo nombre de la canadiense Deborah Ellis, quien se inspiró en algunas de las entrevistas que hizo en campos de refugiados afganos a finales del siglo pasado para escribir su novela infantil. La película cuenta la historia de una niña que, tras el arresto de su padre por parte de los talibanes, debe hacerse pasar por niño para poder traer sustento a su hogar. ¿Por qué hacer una película animada sobre un contexto tan hostil? 

Nora Twomey deja ver su larga experiencia dirigiendo películas animadas, con un trabajo gráfico y narrativo impecable, y con una historia que es una gran combinación entre crear y adaptar: es una construcción absolutamente atrapante en donde se sostiene el aire infantil del texto original, pero donde a su vez se explora con prudencia y franquicia un contexto histórico, que aunque es alejado del contexto que evoca el cuento original, no pierde vigencia ni realismo. La música de la película es tal vez uno de los productores de emociones más fuertes que tiene el filme. Se articula armoniosamente con la animación. 

Radiante, conmovedora y angustiosa. Esta hermosa historia se sitúa en el 2001, cuando los talibanes dominaban Afganistán, justo antes de que los Estados Unidos lo invadiera. Allí, Parvana vende cosas con su padre en la calle, hasta que un día este es arrestado por “faltarle al respeto a la autoridad”. Desde entonces ella cambia su apariencia y poder llevar sustento a su familia sin tener mayores conflictos con los talibanes. La película le da de este modo a una joven kabulesa los mismos derechos que tienen los hombres, le permite salir, negociar, conocer gente, trabajar y a Parvana se le nota en el rostro la satisfacción que esto le produce. Esto la hace una película feminista, en cuanto le da las herramientas a una mujer para que sea autónoma y sostenga a su familia, dentro de un contexto donde algo así sería una aberración, y además le brinda los mismos derechos que tienen los hombres, explora las implicaciones que hay en ello y expone el goce de Parvana al disfrutar de su libertad.

El ser animada le permite varias cosas a la película: primero, no ser otra película más sobre la difícil situación en el medio oriente, sino contar la historia de una forma más amena con el espectador, que le permite dejarse llevar por las emociones del filme, ya que estas, "en muñequitos", parecen inocentes. Si fuera una película con actores reales sería mucho más oscura y lastimera, y el espectador promedio se autoprotegería ante el argumento que plantea el filme. Segundo, ampliar el espectro de edad. La película conserva la atmósfera infantil que tiene el libro de Deborah, lo cual la hace apta para un público más joven, le brinda a este instrumentos para acercarse y entender mejor el mundo. Y tercero, para sensibilizar de una forma menos chocante, más armoniosa y creativa respecto a una serie de situaciones que aún hoy en día se siguen presentando en esta región del globo, como lo son la guerra, la intolerancia, el extremismo religioso o la opresión.

Esta es una de las más galardonadas obras de Twomey, por su potencia emocional y enganche, por la representación tan purista que hace de la sociedad afgana, por la construcción tan acertada de los personajes, el juego con distintas formas de animación, y la construcción de la capacidad oratoria de Parvana. Una historia concisa y sensible, fuerte, impactante y bella. 

jueves, 18 de abril de 2019

Cafarnaum (Capharnaüm)


Capharnaüm(2018), es un filme de la admirable Nadine Labaki. La película cuenta las desventuras de un niño miserablemente pobre en Beirut, capital del Líbano, y cómo estas lo impulsan a llevar a juicio a sus padres por haberlo traído al mundo. ¿Es un pecado la pornomiseria en el cine?

La película no es una proeza en realización, pero vale la pena destacar su dirección de actores y hablar de su controversial montaje: la mayoría del filme está dedicado a proyectar la nobleza de Zein (el niño protagonista), quien parece aguantar todo lo que le pasa, pero este aguante se replica como amarillismo del dolor en la película, utilizando luego contados artificios típicos para manipular la sensibilidad del espectador. Una forma predecible.

Labaki es una de las más reconocidas directoras de cine a nivel mundial, y es libanesa, por ende tiene aún mayor responsabilidad sobre su relato, el cual en efecto es exagerado, y retumba una y otra vez en la pornomiseria. Pero el mensaje de su película no reside en la lastimera historia de Zein, pues desde el mero principio esta hace que el espectador se cuestione sobre su veracidad: ¿ciertamente es posible demandar a los padres por habernos traído al mundo? No, el mensaje del filme no está en la historia del niño, porque si nos fijamos únicamente en el recuadro de la pantalla, la historia termina siendo evidentemente manipulada, efectista y miserabilista. El mensaje del filme va más allá de lo que se ve, consiste en hacer un mapeo por las distintas adversidades a las que se enfrenta la población migrante en Beirut: la extrema pobreza, el hacinamiento, la pedofilia, la trata de blancas, la violencia, el conseguir papeles legales de residencia, trabajar y cosas más arraigadas a la cultura como el machismo y la tenencia de hijos. El niño y todo lo que le ocurre a él, que pareciese sacado de un compilado de historias de las calles de Beirut, son sólo una excusa para poder mostrarle al mundo cómo los migrantes pierden sus derechos al entrar a esta ciudad, y lo que muchos de ellos se ven sometidos a hacer para conservar la vida, no la historia particular de uno de los tantos migrantes que habitan allí.

Ciertamente es ingenuo creer que alguien como Labaki hizo un filme donde su intención es explotar pornográficamente la miseria, o creer que vende una imagen falsa de lo que es el Líbano, sobre todo cuando ella misma ha hecho películas como Caramel(2007) por ejemplo, donde muestra el Líbano como un lugar totalmente amigable. Las películas no tienen un solo punto de vista. Las buenas películas plantean cosas que van más allá de lo que se ve en pantalla. Sería estúpido creer que Ratcatcher (1999) también dirigida por una mujer, Lynne Ramsay, muestra a Glasgow, Inglaterra, como un sitio inhabitable porque su personaje principal es también un niño que tampoco tiene escapatoria de la vida que le tocó, y finalmente decide suicidarse, tan absurdamente como aquí Zein decide demandar a sus padres. Si fuera realmente un pecado que en el encuadre habite un retrato pornomiserable de una sociedad ¿dónde queda entonces Fish tank (2009) de Andrea Arnol (película con la que Capharnaüm tiene varias similitudes) o donde queda la obra de Carlos Mayolo? La responsabilidad social de un realizador no está solamente en lo que muestra, hay mil factores más que se entrecruzan con esa responsabilidad. Por eso no se puede señalar a una película por lo evidente a simple vista, porque esa primera impresión deja de esta película un aire de miseria exagerada, efectista, cuando realmente lo que hay allí es un collage de dificultades que le sucede a diario a diferentes migrantes, pero contadas desde un solo personaje.

Capharnaün tiene una premisa donde introduce sutilmente el concepto del aborto en una sociedad donde tener hijos hace parte del proyecto normal de vida de las personas promedio, y esto es una hazaña destacable por su impacto. Es un cuestionamiento directo a la cultura y las tradiciones desde una posición posmoderna y realista. Como dijo en alguna ocasión Fernando Vallejo “Nadie tiene el derecho de imponerle la vida a otra persona”.

sábado, 13 de abril de 2019

La balada de Buster Scruggs (the ballad of Buster Scruggs


The ballad of Buster Scruggs (2018), una película de los inseparables hermanos Coen, es el recopilado de 6 cuentos que ellos mismos escribieron durante diez años, que giran en torno al viejo oeste, la comedia negra y la violencia. ¿Es realmente lo que se esperaba después de tantos años?

Como ya es tradición en los Coen, el filme tiene diálogos muy cuidados, al igual que su diseño de producción. De hecho, es una película muy de ellos: con personajes y situaciones que delinean lo absurdo, acompañados de una puesta en escena y una música que hacen de todo esto una sutil comedia negra. La película jamás hubiera conseguido transmitir las sensaciones y mensajes que deja si hubiera sido dirigida por otras personas. Tiene su firma autoral en cada plano.

Las 6 historias se dilatan perceptiblemente, sin embargo no se sienten pesadas porque son relatos cortos en donde no hay espacio para el aburrimiento. Al contrario, le da aire al espectador para reflexionar y absorber lo que está viendo, le permite digerirlo. Esto les funciona muy bien porque, aunque el ritmo de las historias no sea necesariamente ágil, logra que el espectador cultive y procese distintos mensajes en cada corto, lo que le permite cambiar al siguiente cuento siempre con una sensación y un aire diferentes. La película sorprende, hace reír, asusta, causa ironía. También plantea reflexiones sobre sobre la avaricia, la suerte, la prepotencia, la pobreza, el morbo. Aunque todos los cuentos son distintos y no hay ni el más mínimo rasgo de redundancia entre ellos, también todos están fuertemente conectados, como en un nivel superior, por elementos como los finales contundentes, los encuadres simétricos, los personajes y situaciones extrañas, los distintos tipos de western, y sobre todo, la violencia. ¿Es el retrato o la estereotipación de una sociedad violenta?

Sinceramente, el resultado final después de 10 años de espera, no es tan convincente, le falta más carne a sus relatos, un desarrollo más profundo, lo cual no implica necesariamente que serán más largos, sólo más elaborados. Los realizadores de True Grit (2010) y No contry for old men (2007), evidentemente pueden realizar cosas de mejor calidad. Pero objetivamente, el resultado final de The ballad of Buster Scruggs no es malo, son unos cuentos entretenidos, poderosos, tranquilos, sencillos y tajantes, que van acorde con la cinematografía de los Coen, pero no van más allá de eso.


jueves, 11 de abril de 2019

El niño que domó el viento (The boy who harnessed the wind)



The boy who harnessed the wind (2019), es un filme realizado por el inglés Chiwetel Ejiofor. El filme se sitúa en Malaui, África. Allí, William va por primera vez a la escuela, en donde descubre cómo hacer más próspera a toda su comunidad. La película fue asesorada por el mismo William Kamkuamba, el hombre que inspiró esta historia, pero ¿qué tan africana es realmente la película?

Una poderosa e inspiradora historia, realizada con la plantilla sobre la que se hacen todas las películas mainstream, una de esas películas donde es fácil predecir qué sucederá, cuándo llorar o cuándo sorprenderse. La hizo Chiwetel Ejiofor, un actor británico reconocido por películas como 12 years a slave (2013) o Dirty pretty things (2002). Un hombre cuyos padres eran de ascendencia Igbo, nigerianos. Es su primer largometraje, patrocinado por Netflix, y cuya realización es bastante pulida, con actores que hacen muy buenas interpretaciones, y una fotografía que responde asertivamente a los retos de la locación. Sin embargo, el filme no plantea nada nuevo en absoluto, no hay símbolos propios, no hay propuestas arriesgadas, no existe el rompimiento de ninguna regla. Es como si él y su equipo se hubieran dedicado simplemente a contar una historia estéticamente correcta. 

Ahora, alejándonos de la forma y refiriéndonos al contenido, tampoco hay allí nada sobresaliente, pues está hecha con todos y cada uno de los elementos que Robert Makee expone como la arquitrama: una historia construida alrededor de un protagonista activo que lucha principalmente contra fuerzas externas antagonistas en la persecución de su deseo, a través de un tiempo continuo, dentro de una realidad ficticia coherente y causalmente relacionada, hasta un final cerrado de cambio absoluto e irreversible. ¿Dónde está lo “africano” de este filme cuando sobre él descansa una forma de realizar tan extranjera y alejada de la “africanidad”? Antes de responder es necesario aclarar que no existe ningún inconveniente con hacer películas con el esquema de la arquitrama, ni es responsabilidad siempre y de todos los realizadores proponer cosas nuevas desde la realización en cada película que hagan. El problema, como en este caso, está en no salirse de la zona de confort, no reinventar, no proponer en ninguna de las dos, ni en la forma ni en el contenido, porque eso hace de la labor cinematográfica un ejercicio artesanal, y por ende, del director en un artesano, no un artista, quien terminará produciendo películas en masa sin procurar una exploración personal en el arte cinematográfico. No se pueden hacer películas por la mera responsabilidad o impulso de contar algo, porque para eso existen los documentales. Hay que explorarse a sí mismo como artistas, las películas demandan eso de sus autores, pero Ejiofor no tuvo la pericia suficiente para dárselo a la suya.
                
Ahora, retomando la pregunta del párrafo anterior, esta es bien o mal una forma de realización colonizadora, pues es un británico con ascendencia nigeriana que regresa a África a hacer una peli allí, con la forma de hacer pelis que aprendió durante su formación en Europa y su labor en Estados Unidos. Pero bien o mal, es también una película totalmente válida, en cuanto a que la representación que hace del pueblo Malaui no es tan alejada de la realidad ni atenta contra su idiosincrasia. Existe una labor consciente por parte de los realizadores (en donde hay bastantes africanos por cierto), sobre el respeto y la honesta representación de una cultura, sobre todo cuando esto se proyecta en plataformas como Netflix. Pero ese gol no hace ni hará que sea una buena película. La historia real de William Kamkwamba es demasiado poderosa para haberla dañado contándola de esa forma tan sobre-usada y deficiente, no pasará a la historia un filme como este.