El guionista neozelandés Anthony McCarten llevó películas
como The theory of everything (2014),
The darkest hour (2017), Bohemian Rhapsody (2018) y ahora The two popes (2019) a los premios más
aclamados de la academia. Sobre esta última dijo al Hollywood Reporter: “La
verdad no es una cosa fija ni finita. Se crea, al final, una obra de arte con
esto”. Y exactamente eso fue lo que hizo con este guion.
En lugares como la casa de verano del papa o la Capilla
Sixtina reúne a Benedicto XVI y al entonces cardenal Jorge Bergoglio (hoy papa
Francisco), para definir el futuro de la Iglesia, mientras desarrollan entre
ellos una profunda y afectuosa amistad basada en sus acentuadas diferencias
intelectuales y teológicas. La película misma es un extenso diálogo entre Benedicto
(Anthony Hopkins) y el Cardenal (Jonathan Pryce), lleno de sabiduría y
rivalidad serena, en donde se humanizan a estos dos grandes del poder católico,
se les despoja del velo de santidad que los cubre ante la sociedad y los acerca
a ella como dos humanos más, con dudas, faltas e ignorancia, que comen pizza y disfrutan
del fútbol. Benedicto XVI como el ultra conservador que es y el cardenal como
un hombre de mente abierta que trascendió la dictadura argentina.
Una de las cosas que más hay por admirar de los escritos de
McCarten es el respeto con el que elabora siempre las historias. Teniendo mucha
tela de donde cortar para hacer un filme totalmente controversial, él decide no
ser ajeno a la coyuntura de la Iglesia Católica sobre la corrupción y la
pedofilia, pero tampoco ahondar en ello. Lo menciona, pero no cae en ese juego
morboso que exigen los críticos.
Ahora, el trabajo del brasilero Fernando
Mierelles, director de películas tan distintas como Caidade de Deus (2002) y Blindness
(2008), no es nada despreciable en esta película. Desde la cinematografía hasta
la edición hizo poesía pura que impulsa y sostiene el guion sobre los pasos
acongojados de los papas, con estocadas de humor muy bien esparcidas, que lograron
construir un filme y bio-pic lleno de prudencia, sabiduría, humildad, redención
y mucha consciencia sobre la influencia moral que la iglesia debería ejercer
sobre males que asechan al mundo como la inequidad económica o el cambio
climático, pues el mismo filme es consciente que el catolicismo no ha de ser
solamente un negocio.
A pesar de los ojos escépticos con que uno
se pueda sentar a ver este filme, es innegable la bondad que transmite. El
argentino ni siquiera quería ser papa. Incluso estaba en desacuerdo con muchas
de las maniobras de la Iglesia, sin embargo su humildad, sapiencia y seguridad
en sí mismo lo llevó a reunirse con el papa, y posteriormente a dirigir una de
las instituciones más poderosas del mundo, con un mensaje de esperanza renovado
para toda la humanidad.
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