miércoles, 19 de febrero de 2020

Joven y bonita (Jeune et Jolie)



Jeune et Jolie (2013) es una película del francés François Ozon. Cuenta la historia de una adolescente que tras perder su virginidad encuentra un placer particular en la prostitución prepago. ¿Qué es realmente lo que le gusta de ello: la plata, el sexo, la incertidumbre de los encuentros?

Sin darle muchas vueltas al asunto François nos introduce en un penetrante relato sobre una joven muy guapa, pero rota por dentro, quien busca llenar el vacío que le dejó la ausencia de su padre con encuentros fortuitos con hombres mayores a cambio de dinero. Y no le disgusta en absoluto, todo lo contrario, le encanta organizar la citas, imaginarse las habitaciones y recordar el fervor del coito. Pero es demasiado inocente, y no tiene idea del mundo tan peligroso en el que se está involucrando, ni mucho menos las consecuencias que esto podría acarrear. Es como una minifalda de ositos desorientada en un callejón rojo.

La película puede sentirse un poco tímida a la hora de contar detalles que podrían ser relevantes para justificar la historia, como el impulso que llevó a Isabelle a enrollarse en ese mundo por su propia cuenta, o qué es aquello que la mantiene ahí involucrada cuando en ocasiones la maltratan tanto. Pero la verdad es que la película está directamente enfocada en narrar su historia en la prostitución y acompañarla en el drama interno y familiar que esto le provoca, no importan nada más, ni cómo inicia allí, ni qué planea hacer con el dinero que gana. El objetivo real es mostrar cómo una niña de 17 años, sin siquiera saberlo, busca atención y el cariño de su padre en el pene de tantos otros hombres.

Con admirables interpretaciones, François construye lo que podría ser el preludio de Nymphomaniac, la controversial obra de Lars von Trier, del 2013 también. Un profundo y punzante relato sobre la sexualidad y el caos adolescente, enfocado únicamente en eso: la fragilidad y el desequilibrio de una solitaria joven y bonita.


domingo, 9 de febrero de 2020

Jojo Rabbit


Tú sabes que vas a ver una buena película cuando oyes una versión en alemán del clásico “I wanna hold your hand” de The Beatles (una de las bandas que más luchó contra la guerra), mientras ves imágenes de multitudes alabando al Tercer Reich. Y en efecto así es. De ahí en adelante la película sostendrá fuertemente el mismo aire de burla ridiculizadora hacia el nazismo hasta el final.

Jojo Rabbit (2019) es otra comedia infantil del neozelandés Taika Waititi, pero esta vez ambientada en la Alemania nazi, en donde a Jojo, un niño de 10 años, le han lavado la cabeza con propaganda desde pequeño. La peli se centra en explorar y desafiar esa distorsión del niño como si todo esto se tratara de un juego antisemita.

Desearía poder decir que provoca tantas carcajadas en el público como pretende, pero la verdad es que es una película bastante difícil de hacer, y de digerir para muchos, pues las víctimas y los víctimarios que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial siempre serán un tema sensible en la humanidad. Sin embargo, poder hacer de esto una comedia es tener la madurez y firmeza suficientes para aceptar e interiorizar lo que sucedió, pues es tan válido como caminar en silencio con velas en las manos por las calles de Auschwitz en memoria a las víctimas del holocausto.

A pesar de lo que muchos piensan, la peli no es una sátira de Hitler y sus ideales, es más una burla explícita de todo lo que esto conllevó, hecha con mucho amor, prudencia y un tono de comedia infantil totalmente ridícula pero punzante en sus críticas. Cómo el amigo imaginario de Jobo, Hitler, quien es tan estúpido que cena unicornio asado con su gabinete de gobierno, acto totalmente comparable con su lucha.

Si bien el filme está hecho en un universo infantil, (que nos recuerda al purista Wes Anderson), a medida que la historia va avanzando la realidad de la guerra se empieza a sobreponer a ese universo. Pero la película, con ansias de mantener ese tono divertido, se resiste a acceder a los horrores de la guerra, y el desarrollo de la historia se empieza a sentir forzado. Cuando la realidad irrumpe en la vida de Jojo, lo que ocurre ya no es creíble, ni como comedia ni como drama. Hubiera sido un filme mucho más potente si en algún momento hubiera sucumbido a las atrocidades de la guerra con un final como el que nos propone Roberto Rossellini en Alemania año cero (1948). 

lunes, 3 de febrero de 2020

1917



1917 (2019) es un filme ambientado en la primera guerra mundial en donde los ingleses intentan evitar una emboscada que los alemanes les han preparado, y para ello envían 2 cabos desde un frente de guerra a otro, para avisar al sargento en mando y suspender cualquier ataque.

Tal como lo han hecho otros directores antes, Sam Mendes filmó 1917 en un solo plano secuencia, aparentemente sin cortes, para generar una sensación de tensión creciente inquebrantable, pero el guion que tiene no le da la talla a la estrategia fílmica, así que después de 15 minutos de película la tensión ya está rota pero el plano no. Entonces la película se vuelve más bien una suerte de video-juego bélico, donde la cámara nunca desampara a los personajes que se concentran en superar obstáculos. La diferencia es que Call of Duty está mucho más elaborado que este filme.

A pesar de los fuertes y admirables esfuerzos del departamento de arte, fotografía y efectos especiales para recrear un escenario bélico coherente y acorde con el momento histórico, con cosas tan asombrosas como las ratas o los cuerpos a punto de estallar en la orilla del río, la peli está tan empeñada en mostrar el morbo de la guerra que no sólo se vuelve aburridoramente redundante y predecible, sino inverosímil en muchos de los eventos allí transcurridos, pues pareciera que Mendes hubiera intentado resumir toda la guerra en casi dos horas de película, haciendo pasar a sus personajes por aventuras improbables, que van desde un avión que les cae encima hasta infinidad de balazos que ni los rozan. De hecho, está tan concentrado en hacer de esto una pieza pop, que el contexto histórico se vuelve borroso, la película tal como está filmada pudo haber sucedido prácticamente en cualquier guerra. Lo único que vale la pena de Mendes es American beauty (1999).


Para ver el trailer.

domingo, 2 de febrero de 2020

Border



Border (2018) es una peli sueca del migrante iraní Ali Abbasi. Cuenta la historia de Tina, una guardia de seguridad que trabaja en el departamento de aduanas de un puerto marítimo a quien su vida e identidad le darán un giro aterrador luego de conocer a Vore, un viajero frecuente.

Ella tiene un aspecto físico algo tosco, burdo y animal, pero tiene una sensibilidad especial para percibir emociones negativas en la gente, como la vergüenza o el miedo. Pero Vore, cuya anatomía es similar a la de ella, se resiste a ser descifrado, hecho que Tina encuentra particularmente atractivito y sospechoso, así que se inmiscuirá en ello hasta descubrirlo. En ese viaje, que llega a ser dramático, incluso terrorífico y hasta fantástico, la película deconstruirá lo que como sociedad hemos edificado como aceptable y normal para cuestionarnos sobre el género, la identidad, las minorías, la otredad y la marginación. La forma tan perturbadora (que de hechos nos recuerda a David Cronenberg) y a la vez hermosa en que lo hace es algo que realmente no se ha visto antes. Abbasi logra generar emociones y preguntas en el espectador a partir de hechos escalofriantes pero filmados con tanta belleza que la contrariedad de las sensaciones aturde al espectador, pero sin duda también le permite replantearse la moral de la sociedad en la que vive.

El filme está inspirado en un cuento de terror con el mismo nombre que escribió el oriundo sueco John Ajvide Lindqvist, quien de hecho colaboró también con la escritura del guion. En ambos hay rastros del folklore nórdico o la mitología misma. En el cuento funcionan bien pues este es dado al lector como algo ficticio, mientras que en la película se articulan otros elementos que aterrizan la historia como un hecho más cercano a nuestra realidad, como la construcción de una familia, la tenencia de un trabajo e incluso problemas sociales como la pedofilia. Es ahí donde el filme falla, porque no logra articular armoniosamente la mitología con la realidad, hay vacíos de fondo que no permiten que el espectador se conecte y convenza de la historia que le están contando. Al filme le hacen falta pequeños elementos que logren conciliar estos dos universos, y por ese orificio se le escapa toda la película a Abbasi ¡qué lástima!