domingo, 29 de septiembre de 2019

Una mujer en África (White material)



White Material (2009) cuenta la historia de una mujer francesa que pretende recoger su cosecha de café en medio de una guerra civil en algún país de África. La película presenta el completo estereotipo del colonizador europeo, pero siendo repudiado por los negros. ¿Porque está mal narrada esta historia?

Así como ocurre en Colombia, en muchos de los países que sufren una guerra civil los grupos alzados en armas son tantos y tan diversos que en ocasiones se hace más que difícil definir de dónde viene el ataque. Pues bien, en muchos países de África ocurre lo mismo, y muchas películas realizadas allí logran evidenciar ese caos y esa duda. White Material no se queda atrás, aquí hay tantas fuerzas violentas que incluso se vuelve complejo entender quién pertenece a qué bando. Pero a medida que la historia avanza y los personajes se hacen más claros, el rompecabezas empieza a cobrar sentido y nos vamos envolviendo en una historia que realmente no es consecuente, con personajes demasiado superficiales y con una cantidad innumerable de elementos que sobran, o que están mal narrados, como los integrantes de la familia de María, el personaje principal.

Si bien es claro que la intención de la película es retratar una realidad generalizada en África, como lo es la colonización, e incluso las consecuencias y el mismo proceder de la guerra, comete un pecado garrafal del que Claire Denis (la directora) no sale bien librada. Esta es la historia de una antagonista: María, quien con todo su carácter y autoridad decide quedarse en África para sacar beneficio económico de su cosecha de café, haciendo caso omiso de las irregularidades de su entorno y de la guerra que asecha entre los árboles y la tierra seca (tal como ocurre actualmente con los terratenientes europeos hacendados en África: no les importa en absoluto lo que ocurra allí). Claramente la película tiene un elemento racista muy fuerte, sin embargo sus personajes están tan mal construidos y Claire intenta introducir tantos elementos en el filme, que de los 3 grupos armados en los que intenta ahondar no logra exponer correctamente ninguno, en cambio parece que estos no tuvieran causa ni cause. Lo cual es supremamente grave, pues los hace ver como un montón de animales con armas y sed de sangre, cuando en realidad son personas con una infinidad de inconformidades sociales. Y por ese orificio, se le cae todo el argumento a su película.

jueves, 19 de septiembre de 2019

Paterson



A veces hay rutinas que sencillamente hacen de la vida un evento más agradable, como sentir gusto por el sutil aroma a cerveza que tiene él en las noches cuando vuelve a casa, o iniciar los días siempre con un beso en el hombro de la mujer que cada mañana yace desnuda del lado derecho de la cama. Pues esta película habla de eso.

La rutina es algo muy devaluado en las ciudades y por las generaciones pos modernas. Las personas se aburren muy rápido de las cosas, y el ajetreo diario impulsa a buscar aventuras nuevas. Sin embargo, este filme hace un ejercicio a la inversa, en donde la felicidad más honesta reside en prepararse el mismo café cada mañana, o pasear al perro cada noche por el mismo camino. Allí el conflicto se genera es con los eventos que precisamente rompen con esa rutina. Así, cada día es un desafío diferente por conservar el noble transcurrir de los días.

Más allá de ser un lindo homenaje al poeta minimalista de Nueva Jersey, William Carlos Williams, este filme es en general una venia al abrumado pueblo de Paterson, sus cascadas y sus famosos más reconocidos. Aquí, Jim Jarmusch, el director, encuentra la belleza en los detalles más pequeños, y como ya es bien conocido en su trayectoria artística, tiene música suave y agradable que acompaña personajes sencillos pero increíblemente bien interpretados, a quienes les ocurren cosas que están fuera de su propia órbita, lo cual desemboca en alguna que otra risa del público.

Si bien la poesía es el alma de Paterson (2016), son más las cosas que se cuentan en lo que muestra que en lo que dice. Escuchar dos pasajeros hablando en un bus, e inferir la opinión del conductor al respecto solamente con su mirada prudente en el retrovisor, es construir una escena con el mismo tacto con que se escribe un poema.

jueves, 12 de septiembre de 2019

Los días de la ballena




Esta es una historia sencilla sobre dos parceros que pertenecen a un colectivo donde salen a rayar, desafiando con su arte las mafias de Medallo. Porque ¡ser valiente es chimba!

Los días de la ballena (2019) es otra película perteneciente a la escena underground nacional, que por cierto ¡la está rompiendo con las cámaras en las calles! Este filme por ejemplo retoma el entorno de los graffiteros como lo hizo Los hongos (2014), o Los nadie (2016), también se entrelaza con la escena musical de las calles para apuntarle directo a un público objetivo y así mismo reforzar su propia identidad, como ocurrió con Las tetas de mi madre (2015). Es atractivo ver como a poco se va construyendo una identidad cinematográfica que refleja uno de los entornos más profundos y propios de las selvas de cemento colombianas, o cómo las diferentes artes callejeras se empiezan a apoyar entre sí para pararse duro ante la violencia y las injusticias, incluso cómo estos pela´os se regeneran o se pierden a sí mismos en los entornos que frecuentan. Pues películas como Los días de la ballena acercan a estas personas de entornos sociales marginales al resto de la gente, les muestran sus diferentes facetas, y eso desemboca en que la gente deje de verlos como delincuentes. Esto es el barrio mismo dándose a entender.

Catalina Arroyabe hizo este filme, su ópera prima, lleno de indocilidad, de violencia psicológica y de personajes que viven al borde del precipicio. Una historia muy sencilla, sin mayores extravagancias o egos de principiante, con pocas locaciones y pocos personajes, pero muy bien hecha, directa y clara, donde la calle y el muro son tan esenciales en su narrativa como lo es la música de AlcolirycoZ, Mañas, Granuja, Los Árboles o Siguarajazz. Esta película es una apuesta a mostrar lo sano dentro de lo podrido. Un colorido intento por proponer la paz en uno de los entornos más hostiles de las comunas. Pues como dice Kaztro, de AlcolyricoZ, la señal dice peligro, en esta carrera, prohibido parar…

Hubo unos días en los que una ballena se integró a las calles de Medallo, para representar el inicio, nudo y desenlace de una historia de lucha y coraje de unos parceros graffiteros, pero el que la haya visto, que coma calla´o…


sábado, 7 de septiembre de 2019

¿Qué dirá la gente? (Hva vil folk si)


La directora, Iram Haq, tenía 14 años cuando sus padres, pakistaníes que habían migrado a Noruega, descubrieron que ella tenía novio y decidieron enviarla forzosamente de vuelta a Islamabad, Pakistán, a vivir con sus tíos, pues consideraban que sus amigos adolescentes eran mala influencia para ella. Casi 30 años más tarde, en el lecho de muerte de su padre, ella encuentra el coraje para llevar su dolorosa historia a la pantalla grande.

Si bien esta experiencia es profundamente traumática, la película no logra reflejar eso del todo, se queda corta en la fuerza de las emociones que provoca, le hace falta intensidad, se siente plana. Haq decora y ficcioniza lo suficiente la historia para que esta pierda todo el potencial que tiene. Sin embargo, ¿Qué dirá la gente? (2017) es un gran acierto cinematográfico, y una bofetada directa a la cultura pakistaní. La dualidad cultural que han de vivir las familias migrantes, nunca ha sido expuesta tan vastamente. Y eso es razón suficiente para ir a ver esta película. 

Por otro lado, desde una mirada occidental, la cámara se involucra entre las tradiciones pakistaníes para reprocharlas. La construcción misma de la trama juzga, y con razón, a la cultura musulmana, tanto así que los países del sur de Asia (donde los asesinatos por honor y los matrimonios arreglados son el pan de cada día), han reaccionado negativamente al filme. Y es aquí donde la película se desarma a sí misma: si tuviera los matices y la fuerza suficiente para contar la historia que cuenta, su crítica a la cultura sur-asiática sería mucho más contundente, pero el filme es mediocre en ello, busca demasiado la belleza en una historia que tiene más dolor que cualquier otra cosa, y por ese orificio se escapa todo su potencial.